Trabajadores en misión de la IP(EE.UU.) visitaron la Iglesia Presbiteriana de Venezuela

Ser fieles en un contexto polarizado

por Sarah Henken & Dennis Smith | Articulo especial para el Servicio Presbiteriano de Noticias

«¿Por qué vas a la iglesia?» preguntamos.
«Porque creemos en Dios» dijo alguien.
«para escuchar la Palabra», dijo otra persona.
«para aprender a amarnos los unos a los otros».
«para construir un mundo mejor».

Así comenzó nuestra conversación con los niños y jóvenes adultos de las dos Iglesias Presbiterianas en Barquisimeto, Venezuela, que se habían reunido durante la tarde de un sábado en septiembre en la Comunidad Presbiteriana Jesús de Nazareth, en las afueras de la ciudad.

El simple espacio de reuniones en Jesús de Nazaret fue construido en un terreno donado por la comunidad ubicado en una calle que tiene el mismo nombre de la iglesia. Hasta ahora tiene un baño, un depósito y un espacio para adorar al aire libre; todo construido con materiales donados y reciclados. El énfasis de esta nueva comunidad de adoración es en el amor, en el servicio y la sustentabilidad y ofrece, además de la adoración y la educación cristiana, apoyo escolar para la niñez y clases para los adultos sobre cómo aprovechar los ingredientes que tienen a la mano para preparar una comida saludable.

Contexto histórico
El testimonio presbiteriano en Venezuela comenzó en el Colegio Americano de Caracas, que fue fundado en 1896. Ese ministerio educacional continua sólidamente hasta el día de hoy, y la Iglesia Presbiteriana de Venezuela (conocida como la IPV por sus iniciales) está trabajando y orando en los dos presbiterios que abarcan desde Maracaibo, Mérida y Barquisimeto en el occidente del país hasta Caracas y los pueblos circundantes de la región central. En esta visita, fuimos bendecidos al tener un tiempo para adorar, orar y conversar con los pastores, docentes, doctores, agricultores, músicos y estudiantes en una docena de Iglesias, escuelas y centros comunitarios donde la IPV ejerce su ministerio.

Esta pequeña pero fiel iglesia da testimonio del amor perdurable de Cristo en una época de profunda polarización y división en la sociedad.

Por generaciones, dos partidos políticos que representaban solamente los intereses de la elite económica de la nación gobernaban Venezuela. La industria petrolera generaba gran riqueza para las familias dominantes, y financiaba algunas obras públicas y servicios sociales. La corrupción en el gobierno y el abuso de la autoridad eran bien conocidos, y la brecha entre los ricos y los pobres era persistente y profunda.

Cuando Hugo Chávez ganó las elecciones presidenciales en 1998, utilizó su fuerte mayoría en el congreso para convocar a una asamblea constituyente. La nueva constitución institucionalizó la «revolución Bolivariana» socialista y garantizó servicios antes denegados para la mayoría empobrecida.

La atención a las necesidades de la mayoría de venezolanos permitió al partido PSUV de Chávez consolidar su poder político. El gobierno se embarcó en campañas para proveer un amplio acceso a vivienda, educación, servicios de salud y tecnología cibernética. Medidas controversiales incluyeron la nacionalización de la industria petrolera, controles drásticos sobre la política cambiaria, y subsidios gubernamentales para productos básicos y para la gasolina. Desafortunadamente, el gobierno de Chávez probó ser igual de susceptible a la corrupción que sus rivales.

Desde que Chávez fue elegido por primera vez, las elites económicas y políticas tradicionales del país, con el apoyo de los Estados Unidos, han llevado a cabo una lucha implacable en contra del gobierno socialista. La oposición ha organizado varios intentos de golpe estado y algunos de sus líderes han sido acusados de incitar la violencia, entre otros crímenes. Por otro lado, el gobierno es acusado de censura y persecución política de la oposición. Hasta hoy, a pesar de que el PSUV ha ganado algunas elecciones locales y perdido otras, siempre ha logrado mantener su control sobre la presidencia.

Desde la muerte de Hugo Chávez en el 2013 y la elección posterior de Nicolás Maduro, a quien Chávez respaldó, la oposición política de Venezuela ha organizado un proceso constante de demonstraciones y campañas mediáticas que buscan expulsar a Maduro de la presidencia. Después de ganar una mayoría en el congreso en las elecciones del 2016, la coalición opositora se movió rápidamente para organizar una campaña para destituir al presidente. Esto ha provocado desacuerdos amargos entre la oposición y las autoridades gubernamentales encargadas de interpretar e implementar una destitución.

El deterioro de la economía ha impulsado el aumento de la insatisfacción popular con el gobierno de Maduro. La fuerte caída de los precios mundiales del petróleo ha reducido la capacidad del gobierno para proporcionar bienes y servicios subsidiados a la población. La escasez de productos básicos que van desde leche y harina hasta pañales desechables y numerosos medicamentos, han creado estrés y descontento para muchos venezolanos. Largas colas se forman donde se espera un embarque de dichos productos, y muchos venezolanos han optado por especular, comprando productos subsidiados para la reventa a precios muy altos (fenómeno llamado localmente como «bachaqueo»).

El sector privado también está acusado de provocar oposición al gobierno al retener productos del mercado, y los especuladores contrabandean productos subsidiados cruzando la frontera de Colombia, donde se venden a precios mucho más altos. Ante el rápido aumento de la inflación, el gobierno ha aumentado repetidamente el salario mínimo, lo que lleva a muchas empresas a despedir a sus empleados porque no pueden mantenerse al día con los crecientes costos. Los buenos trabajos son difíciles de encontrar, y muchas personas, especialmente los jóvenes adultos, han salido del país con la esperanza de encontrar mejores oportunidades en los Estados Unidos, en la vecina Colombia o en otros lugares.

En este preocupante contexto, se está extendiendo por todo el país una nueva apreciación de los huertos familiares, la producción agrícola para el consumo local y la nutrición. Las agencias gubernamentales promueven iniciativas de soberanía alimentaria y ofrecen nuevas recetas y consejos para la cocina incorporando verduras y otros ingredientes que se puede comprar fácilmente o se pueden cultivar en huertos caseros. En un país que se había acostumbrado a la comida rápida y bocadillos baratos, este cambio en la dieta ha causado un gran trastorno en muchos hogares urbanos venezolanos. Muchos aceptan los cambios positivos, incluyendo vínculos más directos con los agricultores y alimentos locales, menor consumo de grasa y pérdida de peso. Sin embargo, otros sienten resentimiento por la forma positiva en que se está presentando estos cambios derivados de la escasez; nadie quiere sentir que una dieta más saludable está siendo impuesta por el gobierno.

Un camino alternativo
En comunidades rurales, aquellos agricultores que todavía tienen conocimiento de cultivos indígenas y tradiciones autóctonas se encuentran en posesión de un conjunto especializado de conocimientos y habilidades que han incrementado su estatus en la sociedad venezolana. Estamos bendecidos de haber pasado dos días con la Congregación Getsemaní en San José de Onova, ubicada a cuatro horas por carretera al este de Caracas. Nuestro anfitrión, Rafael Rojas, nos introdujo a la tierra en la que su familia ha estado trabajando por tres generaciones. Nos dio la bienvenida a la granja que comparte con cinco de sus hijos y sus familias y fuimos invitados a ayudar con algunas de las tareas diarias que tenían que ver con nuestra alimentación. Nos turnamos para moler el maíz fresco para hacer cachapas y luego desgranamos el maíz seco donde luego los granos fueron remojados en agua durante la noche y luego molidos para hacer arepas, otro alimento típico a base de maíz. Todo este maíz vino directamente de la tierra de nuestros alrededores, el producto de la labor diaria de Rafael y sus hijos.

En una demostración típica de hospitalidad latinoamericana, Rafael, su familia y sus vecinos no nos invitaron a nosotros solamente, sino también a la moderadora y la secretaria ejecutiva del Presbiterio Central de la IPV Catalina Charris y María Jiménez de Ramírez. Mientras sonaba suavemente una televisión en una esquina, el sombreado patio se convirtió en un lugar para contar historias. Rafael y su familia hablaron de su lucha para reintroducir cultivos tradicionales y las dificultades para vender esos cultivos. Mientras Rafael hablaba sobre la conexión de su comunidad con la tierra, también enfatizó la importancia de mantenerse al día con la investigación científica y de oponerse a la corrupción en el comercio y la política local. Rafael y su familia saben que no pueden vivir en una isla, aislados de los demás; deben construir relaciones respetuosas y de beneficio mutuo con las autoridades locales sin traicionar sus principios como mayordomos de la creación de Dios.

La pastora de la Congregación Getsemaní es Zaida Lara, que vive a una hora de distancia en la ciudad de Cúpira, en donde trabaja a tiempo completo como directora de una escuela pública además de pastorear la iglesia presbiteriana local. Zaida alterna fines de semana entre las dos iglesias, y dice que Onova es uno de sus lugares favoritos. Entendemos el por qué, después de escuchar la voz de Dios manifestándose por medio de la creación y la sabiduría de estos hermanos y hermanas.

Participación continua

Por favor, mantengan a la Iglesia Presbiteriana de Venezuela en sus oraciones, ya que nuestras hermanas y hermanos están proclamando el evangelio y promoviendo la vida en toda su plenitud en un contexto polarizado. Si desea recibir más noticias de Venezuela o quiere conocer como usted, su iglesia o presbiterio podrían fortalecer sus vínculos con la IPV, favor de ponerse en contacto con Cristina Pitts para ser incluido en nuestra base de datos. Se recibirá gratamente donaciones para apoyar el ministerio de la IPV.

Mientras culminaba nuestro tiempo en Venezuela, nos sentamos con líderes de la iglesia para compartir nuestras reflexiones sobre la visita. La moderadora de la IPV Berla Andrade lideró una reflexión devocional sobre este texto: «Jesús les contó esta parábola: El reino de los cielos es como la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina para hacer fermentar toda la masa» (Mateo 13:33). El texto nos llevó a imaginar una mujer haciendo pan, y el papel esencial jugado por la levadura. El proceso lleva su propio ritmo, no hay mucho que se puede hacer para apurarlo. En este versículo, Dios es como la mujer, ¡qué bendición tener el trabajo de las mujeres comparado con la obra de Dios! Y ¿dónde encontramos a la iglesia en esta parábola? Si nosotros, como agentes del reino,, somos parte de la levadura, entonces claramente tenemos un trabajo por delante de nosotros, no para permanecer juntos en nuestra zona de confort (la iglesia) sino tenemos que tamizar la harina para activar y transformar la masa, y ver las cosas asombrosas que Dios puede hacer en y a través de nosotros.

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Sarah Henken y Dennis Smith son trabajadores en misión de la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.) en Sudamérica.


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