Llamados a ser “las manos de Dios en el mundo”

La Ofrenda de Gozo de Navidad fomenta el sueño de una estudiante colombiana de ser médico

por Emily Enders Odom

Isabella Pérez Sanchez is a student at the Presbyterian Pan American School in Kingsville, Texas, who aspires to become a doctor. (Contributed photo)

LOUISVILLE – Isabella Pérez Sanchez siempre ha creído en los milagros.

¿Cómo podría no hacerlo?

Debido a que la estudiante de último año de bachillerato de 18 años, que fue criada principalmente por su madre y su padrastro en un hogar cristiano en Bogotá, Colombia, siempre había encontrado que todo le resultaba tan fácil, sabía que debía ser “cosa de Dios”.

Sin embargo, lo que, al principio, no parecía tan fácil, al menos no para su madre, era el sueño de toda la vida de la prodigio de la ciencia de asistir al instituto y a la universidad en Estados Unidos.

“Como había viajado a Estados Unidos al menos cuatro veces de vacaciones con mi madre”, dijo, “sabía que sería la mejor opción para mi carrera, pero me convertiría en la primera persona de mi familia en trasladarse a otro país sola y menor de edad”.

Pero cuando el Colegio Americano de Bogotá, afín a la Iglesia Presbiteriana y donde Pérez estudiaba en aquel momento, le habló de su asociación con el Colegio Panamericano Presbiteriano (PPAS) de Kingsville (Texas), el camino parecía claro.

“Todo se alineó con mucha facilidad”, dijo Pérez. “Y aunque a mi madre y a mí nos costó dejarnos llevar, las dos seguíamos diciendo que esto es Dios diciéndonos: ‘Este es mi plan para ti. Es imposible que éste no sea el camino que debe tomar'”.

El PPAS, al que Pérez ingresó en 10º curso, es un internado internacional de preparación para la universidad relacionado con la Iglesia Presbiteriana (EE. UU.). Fundada en 1911, la escuela motiva y equipa a jóvenes para vidas de liderazgo cristiano en la comunidad global.

The Presbyterian Pan American School attracts students from around the world. (Contributed photo)

La experiencia que cambió la vida de Pérez en el PPAS, que la está preparando para cambiar la vida de otros, está siendo posible, en parte, gracias a las donaciones a la Ofrenda de Gozo de Navidad de la IP (EE. UU.).

Una apreciada tradición presbiteriana desde la década de 1930, la ofrenda anual distribuye los donativos a partes iguales entre las escuelas y universidades  presbiterianas que equipan a las comunidades de color y el  Programa de Asistencia  de la  Junta de Pensiones.

“En el Colegio Presbiteriano Panamericano, Isabella Pérez se destaca como una extraordinaria encarnación de la visión y misión de nuestra institución”, dijo el Dr. Juan Plascencia, director del PPAS. “Con un ferviente compromiso de aprender, liderar y servir dentro de nuestra comunidad cristiana, el viaje de Isabella irradia una pasión que enciende la curiosidad y fomenta el crecimiento en sí misma y en los que la rodean. Su dedicación a la excelencia académica, unida a un profundo sentido de la compasión y el servicio, refleja los valores profundamente arraigados en la misión de nuestra escuela”.

Una vez que Pérez llegó al campus, los milagros en su vida continuaron, especialmente los nuevos mundos que se abrieron ante ella al hacer nuevos amigos de diversas culturas.

“Como no estaba acostumbrada a trabajar con personas de otros países que no hablaran mi idioma, llegar a conocer a estudiantes de Corea, China y México fue un proceso interesante”, dijo.

Pero el mayor milagro, con diferencia, se produjo en el 2019, cuando la aspirante a médico, que se había sentido llamada al campo de la medicina desde los 10 años, se encontró con el mayor reto de su joven vida.

“Recuerdo exactamente el momento”, dijo Pérez. “Era un domingo por la mañana en Colombia. Salía de la iglesia cuando sentí el dolor más fuerte que he sentido en toda mi vida. Me llevaron al hospital inmediatamente”.

Diagnosticada de una malformación arteriovenosa, fue operada del cerebro y pasó casi dos meses en la unidad de cuidados intensivos.

“Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía una relación personal con Dios”, dice Pérez. “Fue entonces cuando recibí mi vocación de por vida, que es ayudar a las demás personas y ser las manos de Dios en el mundo”.

Y también se dio cuenta de que su vocación no podía esperar.

“Me sentí inspirada para hacer un cambio y no esperar a graduarme en el instituto o en la universidad para ayudar a las personas”, recuerda. “Fue entonces cuando fundé ‘Helping Hearts’, una iniciativa impulsada por la comunidad y centrada en ayudar a las personas que más lo necesitan, compartiendo al mismo tiempo fe y esperanza. Me sorprendió el apoyo que recibió mi nuevo club, ya que las personas estaban deseosas de ayudar. Esto, y el apoyo de muchos en mi escuela, me dio la seguridad que necesitaba para perseguir mi sueño de convertirme en médico”.

Pérez dijo que, de todas las actividades de “Ayudar a los corazones”, pasar tiempo con residentes de la residencia de personas mayores local de Kingsville realmente “le ha llegado al corazón”.

Perez counts spending time with residents of a Kingsville nursing home among her favorite volunteer activities. (Contributed photo)

“A través de sus acciones, Isabella no sólo inspira a sus colegas, sino que también sirve como testimonio vivo del poder transformador de una educación PPAS, equipándose a sí misma y a las demás personas para el éxito en todas las facetas de la vida”, dijo Plascencia. “Su liderazgo se extiende mucho más allá de las aulas, ya que busca activamente oportunidades para servir a las personas y tener un impacto positivo en el mundo. Ya sea a través de logros académicos, esfuerzos extracurriculares o actos de bondad, Isabella demuestra una profunda comprensión de la importancia de la fe, la erudición y el servicio para forjar un futuro más brillante”.

Hoy, más de cinco años después de su enorme susto médico, Pérez está completamente curada.

“Después de mi operación cerebral, Dios me dio una segunda oportunidad en la vida y me dijo que debía usar mis manos para ayudar a otras personas”, dijo. “No es tarea fácil seguir educando a estudiantes como yo y fomentar nuestros sueños. Estoy completamente agradecida a todas las personas que han hecho donaciones a la Ofrenda de Gozo de Navidad para que nuestra escuela siga funcionando. Espero que más personas tengan la oportunidad de crecer como yo he crecido, no sólo en conocimientos sino también en fe”.


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