Una ‘calma incómoda’ se ha asentado en una región conocida por los abundantes cultivos de banano y aceite de palma
Por: Robyn Davis Sekula, Fundación presbiteriana | Especial para el Servicio de Noticias Presbiterianas
Nota de la editora: Esta es la tercera de una serie de tres notas sobre el trabajo de la Iglesia Presbiteriana de Colombia (IPC) y las formas en que la IP (EE. UU.), apoya ese trabajo. Esta historia se enfoca en el Presbiterio de Urabá, con sede en la ciudad de Apartadó. Para leer la primera historia en esta serie en inglés, presione aquí o para español, presione aquí. Para leer la segunda nota en esta serie en inglés, presione aquí o para español, presione aquí.
Apartadó, Colombia, es conocida por los abundantes cultivos de banana y aceite de palma, ya que las plantaciones bordean las carreteras.
También es un lugar que ha sido brutalmente afectado por la violencia atribuida a los narcotraficantes, los grupos paramilitares y guerrilleros, y las fuerzas armadas colombianas. Casi el 80 por ciento de los miembros del Presbiterio de Urabá son personas desplazadas, lo que significa que se han visto obligadas a abandonar sus tierras. El presbiterio incluye la región alrededor de Apartadó y abarca 10 iglesias y otras 14 congregaciones (los líderes de la iglesia de Colombia usan el término congregaciones para las nuevas misiones que aún no han sido organizadas como iglesias).
Este presbiterio es uno de tres en Colombia, y sus oficinas están ubicadas en Apartadó en el recinto del Colegio Americano. Es el más rural de los tres presbiterios.
Servir como líder comunitario en esta región es arriesgar la vida de uno y de su familia.
Desde que se firmaron los Acuerdos de Paz en 2017, la región está más calmada. Pero se siente como una calma incómoda. “Tenemos menos miedo,” dice el Rvdo. Diego Higuita, Secretario Ejecutivo de la Iglesia Presbiteriana de Colombia (IPC). “Pero no estamos en paz.”
De hecho, bajo la administración actual, cientos de líderes campesinos y activistas de derechos humanos han sido asesinados, la mayoría de ellos en áreas rurales remotas.
Enlaces presbiterianos
El liderato de la Fundación Presbiteriana recientemente visitó Colombia para comprender mejor el país, su historia de conflictos y como seguir apoyando el ministerio de la IPC, socio histórico de la IP (EE. UU.).
La oficina de Misión Presbiteriana Mundial tiene dos trabajadores en misión que trabajan en Colombia, ambos viviendo en Barranquilla: la Rvda. Sarah Henken, que trabaja en la paz y la reconciliación con la IPC, y el Rvdo. Dr. César Carhuachín, que enseña en la Corporación Universitaria Reformada (CUR).
Dennis Smith, el enlace regional de Misión Mundial para América del Sur, viajó con el grupo y sirvió como intérprete durante todo el viaje, aportando claridad lingüística y contexto colombiano a las visitas. Tanto Dennis Smith como Maribel Pérez, su esposa, son trabajadores en misión de la IP (EE. UU.) con sede en Argentina.
El Presbiterio de Urabá cuenta con hermanamientos en los EE. UU. para apoyarles en su misión de construir paz. Esto incluye un pacto de hermanamiento con el Presbiterio de Winnebago. Urabá también tiene una relación misional con la Primera Iglesia Presbiteriana en Stockton, California, que ha ayudado a proporcionar fuentes de agua potable a la región.
La Iglesia Presbiteriana de Viena (VPC) en Viena, Virginia, ha enviado cuatro equipos a Apartadó en colaboración con el Presbiterio de Urabá. “Los miembros de VPC Joan y Dave Gifford fueron invitados por el Presbiterio de Urabá para acompañarlos en un viaje de discernimiento en 2010, y regresaron con la convicción de establecer una relación entre la gente de Colombia y la VPC,” dice Sue Hamblen, Directora de Misión de VPC.
Esta área sufre gran contaminación ambiental, principalmente debido a los productos químicos y pesticidas utilizados en las plantaciones de exportación, especialmente las bananas y el aceite de palma. Se necesitan desesperadamente fuentes de agua potable, y el sembrar nuevos árboles ayuda a crear un mejor ambiente en el área.
Trabajando por la paz
Higuita ha sido parte del Presbiterio de Urabá desde su creación en 1991. Además de formar parte de la IPC, ha trabajado durante mucho tiempo como líder comunitario.
El Presbiterio está muy involucrado en el trabajo de DiPaz, una organización basada en la fe que participa activamente en el diálogo entre el gobierno colombiano y las FARC, uno de los principales grupos guerrilleros de Colombia. A través de su participación en DiPaz, la Iglesia Presbiteriana de Colombia monitorea la implementación de los Acuerdos de Paz. Además, el IPC brinda capacitación y acompañamiento pastoral a ex-guerrilleros que entregaron sus armas a la ONU y buscan reintegrarse a la sociedad colombiana. La IPC y DiPaz también organizan talleres sobre paz y reconciliación en comunidades devastadas por la violencia.
“La violencia nos golpeó fuertemente, pero nos dio la oportunidad de fortalecer nuestra fe y fortalecer nuestra comunidad,” dice Higuita.
Uno de los objetivos del trabajo en Apartadó es hacer una crónica de las historias de “los desaparecidos,” las personas secuestradas por la guerrilla o por fuerzas paramilitares que nunca regresaron a casa. En una comunidad, 42 personas fueron “desaparecidas” en retribución por 42 cabezas de ganado que fueron robadas. Estas 42 personas incluyeron un pastor y dos niños. “Vamos a honrar la memoria de esas personas al registrar lo que sucedió, quién desapareció y documentarlo,” dice Apolinar Escobar Carrillo, quien se desempeña como Moderador del Presbiterio y también en su Comisión de Paz.
Henken, uno de los dos trabajadores en misión que sirven en Colombia, ha ayudado a recopilar estas historias. Higuita dice que las historias son tan desgarradoras que a veces tiene que dejar de escucharlas. Para leer algunas de esas historias, lea esta historia publicada por Henken en el Servicio de Noticias Presbiterianas aquí.
Acompañamiento
El Programa de Acompañamiento de Colombia comenzó hace 15 años por invitación de la IPC. En ese momento, el IPC estaba (y ha continuado) trabajando con muchas personas/comunidades desplazadas que estaban sufriendo violencia, incluyendo a algunos de los líderes de la IPC que se habían visto amenazados, dice Alison Wood, Coordinadora de Acompañamiento para la Hermandad Presbiteriana por la Paz, Presbyterian Peace Fellowship (PPF).
En los últimos 15 años, PPF ha trabajado en colaboración con la Misión Mundial Presbiteriana para reclutar y capacitar acompañantes enfocándose en la de reducción de conflicto, la no-violencia y la solidaridad antirracista, ofreciendo así una presencia constante en el Presbiterio de la Costa y el Presbiterio de Urabá (que es donde la IPC ha decidido que los acompañantes serían más útiles).
“La IPC está comprometido con la paz y la justicia en Colombia y hace mucho en pos de la reconciliación y la restauración allí,” dice Wood. “Continuamos enviando acompañantes para caminar junto a la IPC mientras continúan trabajando por la paz, con comunidades desplazadas, defensores de derechos humanos y excombatientes.”
Para aprender sobre cómo convertirse en un acompañante, visite presbypeacefellowship.org/discern o envíe un correo electrónico a Wood a alison@presbypeacefellowship.org. Los acompañantes participan de un fin de semana largo de capacitación y luego pasan un mes en Colombia.
Robyn Davis Sekula es Vicepresidenta de Comunicaciones y Mercadeo en la Fundación Presbiteriana. Puede comunicarse con ella al (502) 569-5101 o robyn.sekula@presbyterianfoundation.org.
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