En un cambio, los colombianos que viven a lo largo de la costa albergan a miles de venezolanos
Por: Robyn Davis Sekula, Fundación presbiteriana | Especial para el Servicio de Noticias Presbiterianas
Nota de la editora: Esta es la segunda de una serie de tres notas sobre el trabajo de la Iglesia Presbiteriana de Colombia (IPC) y las formas en que la IP (EE. UU.), particularmente la oficina de Misión Presbiteriana Mundial, apoya ese trabajo.
BARRANQUILLA, Colombia — Las costas planas y arenosas de Colombia no se prestan a la actividad guerrillera. Eso resultó ser una bendición para Barranquilla, una ciudad costera al norte que es el centro del Presbiterio de la Costa Norte de la Iglesia Presbiteriana de Colombia (IPC).
Significó que el área se salvó de lo peor del conflicto armado que ha aterrorizado a Colombia durante las últimas cinco décadas. Pero aun así, el Presbiterio experimentó directamente la necesidad de trabajar por la paz y la reconciliación en Colombia cuando los refugiados de la violencia llegaron a Barranquilla compartiendo historias inquietantes de violencia y desplazamiento a manos de fuerzas paramilitares y guerrilleras, narcotraficantes y militares.
En años recientes, los Presbiterianos en Barranquilla han abierto un nuevo capítulo mientras acogen a decenas de miles de sus vecinos venezolanos, huyendo del colapso económico del vecino país. Durante décadas, fue al revés, ya que muchos colombianos buscaron empleo en la floreciente economía petrolera de Venezuela. Ahora en Barranquilla, y en toda América del Sur, los diferentes estratos de la sociedad venezolana, desde profesionales hasta trabajadores manuales, están tratando de reiniciar sus vidas en entornos muy diferentes.
Hay ocho iglesias presbiterianas dentro de los límites de la ciudad de Barranquilla; el presbiterio tiene iglesias o comunidades de adoración en otros cuatro pueblos y ciudades. Todos buscan formas de apoyar la paz y llevar la reconciliación a sus comunidades.
Lo primero en la agenda del presbiterio es defender y fortalecer los Acuerdos de Paz en Colombia. Esto incluye proporcionar acompañamiento pastoral a los ex combatientes de la guerrilla que entregaron sus armas y buscan integrarse a la sociedad civil, así como ayudar a los campesinos desplazados por la violencia a encontrar nuevas tierras.
La IPC aprendió hace mucho tiempo que esta tarea enorme y compleja requiere trabajar junto con otras personas de fe. Ellos trabajan en estrecha colaboración con otras iglesias, incluidos los luteranos y los menonitas, que forman el Diálogo Intereclesial para la Paz de Colombia (DIPAZ) para el acompañamiento pastoral de las comunidades afectadas, así como las campañas de incidencia pública en Colombia, los Estados Unidos y ante las Naciones Unidas.
Hoy, este ministerio de reconciliación también significa llegar a los inmigrantes venezolanos y ayudarlos a convertirse en vecinos productivos y saludables. Si bien algunos venezolanos cuentan con títulos universitarios y credenciales profesionales, la mayoría son trabajadores no calificados que viven de la mano a la boca.
El liderato de la Fundación Presbiteriana visitó recientemente Colombia para comprender mejor el país, su historia de violencia y conflicto, y el apoyo necesario mientras la IP (EE. UU.) continúa caminando con socios históricos en la misión de Dios allí.
La oficina de Misión Presbiteriana Mundial tiene dos trabajadores en misión que trabajan en Colombia, ambos viviendo en Barranquilla: la Rvda. Sarah Henken, que trabaja en la paz y la reconciliación con la IPC, y el Rvdo. Dr. César Carhuachín, que enseña en la Corporación Universitaria Reformada (CUR). “Muchos miembros de las iglesias de la IP (EE. UU.) escucharon y celebraron los históricos acuerdos de paz de Colombia con el grupo guerrillero FARC, pero pueden no darse cuenta de que esos acuerdos de paz han enfrentado una oposición extrema de algunos sectores políticos y sociales en Colombia,” dice Henken. “Nuestro apoyo claro y comprometido para el trabajo de la IPC es tan esencial ahora como siempre.”
Dennis Smith, el enlace regional de Misión Mundial para América del Sur, viajó con el grupo y sirvió como intérprete durante todo el viaje, aportando claridad lingüística y contexto colombiano a las visitas. Tanto Dennis Smith como Maribel Pérez, su esposa, son trabajadores en misión de la IP (EE. UU.) con sede en Argentina.
La mujer y la pastoral juvenil
Dos enfoques en el Presbiterio lo son las pastorales de la mujer y juvenil. Una pastoral es un ministerio enfocado en acompañar y capacitar a un grupo específico que lucha por transformar una realidad común y que se basa en los valores del evangelio.
La pastoral de la mujer es activa en la educación y capacitación de mujeres en el Presbiterio, y tiene un plan de trabajo diseñado en armonía con el plan de trabajo del Presbiterio. “Como mujeres presbiterianas, históricamente hemos tenido un énfasis en la educación y también en la defensa de nuestros derechos como mujeres,” dice Dionne Navarro.
La capacitación y el empoderamiento son temas principales. La pastoral trae profesionales locales para abordar problemas actuales y alienta a sus miembros a aprovechar las muchas oportunidades de educación continuada en la Corporación Universitaria Reformada de Barranquilla, que también es donde se encuentran las oficinas del Presbiterio.
La pastoral de la mujer ha ayudado a las mujeres a encontrar su voz no solo en las iglesias donde adoran y sirven, sino también en la sociedad colombiana. “Para muchas mujeres, estos espacios no solo han sido lugares para compartir, sino lugares donde podemos dejar atrás todo lo que nos ha estado agobiando,” dice Navarro.
La pastoral de la mujer también dedica tiempo y energía a la lucha para superar la violencia y construir la paz. Participan en marchas y manifestaciones en apoyo al proceso de paz. “Oramos y actuamos en apoyo de la paz como una cuestión de fe y como derecho constitucional de todo el pueblo colombiano,” dice Henken. También recuerda haber dirigido un taller sobre comunicación no-violenta con este programa. “La paz es una forma de vida que requiere esfuerzo y dedicación para promover la justicia y las relaciones correctas en los niveles estructurales de la sociedad y en nuestra vida diaria.”
A medida que Colombia busca poner fin a décadas de conflicto armado, las formas en que la violencia ha permeado múltiples capas de la sociedad se hacen evidentes, incluida la violencia de género. Muchos en la pastoral de la mujer y la juvenil protestan la violencia contra la mujer vistiendo de negro los jueves, una campaña mundial promovida por el Consejo Mundial de Iglesias. “Vivimos en un contexto de feminicidio, donde las mujeres son asesinadas solo por ser mujeres,” dice Navarro.
La pastoral de la mujer también encabeza un proyecto llamado Heridas Sanadoras, que se centra en mujeres que han sido víctimas de violencia, incluyendo la creciente comunidad venezolana. Este trabajo incluye terapia para mujeres y el uso de las estructuras de la iglesia para ayudar a empoderar a las mujeres. “Muy pocas iglesias en Colombia ordenan mujeres,” dice Navarro. “Usamos los espacios de formación y la misma estructura eclesiástica de la iglesia para ayudar a todas a entender que son libres, que pueden ser visibles, en puestos de liderazgo, y que esta es la voluntad de Dios.”
El Rvdo. Milciades Púa, Moderador del Presbiterio, apoya plenamente el trabajo de la pastoral de la mujer. “Las mujeres no son solo la mayoría de este presbiterio, son la fuerza del presbiterio,” dice Púa.
Jenny Lugo, líder de la pastoral juvenil, señaló que el Presbiterio tiene alrededor de 80-90 jóvenes activos. ¡La vida de los jóvenes es muy ocupada y llena de responsabilidad! Aproximadamente 2/3 trabajan durante el día y estudian por la noche, y el otro tercio trabaja a tiempo completo.
La pastoral juvenil también enfatiza la capacitación, la organización comunitaria y la educación. La feligresía activa en una comunidad de fe que aborda de manera creativa los problemas de la comunidad ayuda a los jóvenes evitar caer en las trampas de la adicción y las pandillas. Esto incluye llegar a la creciente comunidad venezolana, reconociendo que muchos jóvenes venezolanos están desempleados o han tenido que interrumpir su educación.
Educación
Más allá del trabajo del Presbiterio, los presbiterianos iniciaron dos instituciones educativas importantes en esta región: el Colegio Americano de Barranquilla, que ofrece educación preescolar hasta secundaria, y la Corporación Universitaria Reformada (CUR). Las oficinas del Presbiterio están ubicadas en los recintos de las escuelas, estando estas unidas.
El Colegio Americano en Barranquilla tiene 130 años, por lo que es la escuela privada más antigua de la región. La Rvda. Vilma Yáñez es la capellana de los 900 estudiantes de la escuela, un rol que ha ejercido por 19 años. “Desde la oficina de la capellana, hemos desarrollado una pastoral por la paz,” dice Yáñez.
La universidad experimentó un aumento en la matrícula este año, a unos 2,330 estudiantes. Las proyecciones indican que la universidad pueda tener hasta 4,000 estudiantes en unos pocos años. La Universidad tiene una tasa de deserción de alrededor del cuatro por ciento, que es una de las más bajas para cualquier institución de educación superior en el de Barranquilla, dice el Rvdo. Helis Barraza, Rector de la Universidad.
Ambas organizaciones se han beneficiado de una auditoría energética pagada por la Fundación Presbiteriana y completada por Colby May de Lit Consulting en Texas. Barraza informa que la Universidad ha cambiado las ventanas en voladizo, reemplazado las unidades de aire acondicionado ineficientes y está introduciendo paneles solares. Los ahorros logrados a través de una mayor eficiencia ayudan a pagar la instalación de paneles solares, y los ahorros logrados a través de los propios paneles ayudan a pagar su instalación. La universidad y la escuela también están evaluando el rendimiento de los transformadores en la subestación eléctrica cercana. “Todavía hay más por hacer, pero estamos en buen camino,” dice Barraza.
Robyn Davis Sekula es Vicepresidenta de Comunicaciones y Mercadeo en la Fundación Presbiteriana. Puede comunicarse con ella al (502) 569-5101 o robyn.sekula@presbyterianfoundation.org.
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